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miércoles, 14 de mayo de 2025

2. Génesis del movimiento moderno: Las Vanguardias / El Modernismo (Gaudí y el Art Noveau, 1890-1925).

El Modernismo es un movimiento artístico que, en el último decenio del siglo XIX y en el primero del XX, se apoya en el desarrollo industrial para romper con el pasado y se manifiesta en diferentes facetas, como la construcción, el urbanismo o la pintura. En un sentido más concreto, se refiere a un estilo o moda que es básicamente decorativo y que recibe distintos nombres según el lugar:

Art Nouveau en Francia,
Liberty en Italia,
Jugendstil en Alemania, o
Secesión en Austria.

Interior de la Casa Batlló.
Barcelona, 18877
Antoni Gaudí

El modernismo, es más bien un movimiento que evolucionó de manera diferente en cada país, e incluso podemos decir que en cada ciudad. El nacimiento del modernismo se sitúa hacia finales del Siglo XIX, muchos teórico señalan a Viollet-le-Duc, defendedor del uso de los materiales modernos como nuevo vehículo de expresión artística el padre del Modernismo. Un breve recorrido por las diferentes ciudades donde el modernismo ganó impulso nos permitirá interpretar los diversos enfoques del espíritu del Art Nouveau en Europa.1

Bruselas y la casa Tassel.


El arquitecto Victor Horta fue uno de los discípulos de Viollet-le-Duc, y probablemente, el primer arquitecto en aplicar correctamente sus pensamientos. Sus edificios se muestran como entes orgánicos, vivos, con músculos y órganos, toda una revolución estética que tuvo su principal centro de experimentación en Bruselas.

Casa Tassel
Brusuelas, Bélgica, (1892 y 1893)
Víctor Horta

Queremos destacar la casa Tassel, en ella el modernismo alcanza la madurez. Un interior fluido y continuo, basado en la magnificación de la percepción espacial se abre paso es este edificio de fachada modesta.  Horta eliminó los corredores y los sustituyó por estructuras de acero y claraboyas. Personalizadas en formas abstractas se siente la influencia de la cultura japonesa y el último estilo con miedo al vacío, el rococó.


La París de Guimard


Por cercanía, la siguiente ciudad en recibir el eco de las obras de Horta fue París, donde Héctor Guimard se apresuró a adaptar el serpenteante interior de la casa Tassel y su original ornamentación a una infraestructura pública como el metro de París. Aún hoy podemos ver alguna de estas estaciones que han perdurado en el tiempo. Guimard se erigió rápidamente como el principal representante del modernismo en Francia, llevando sus obras a otras ciudades como Lille. Curiosamente el estilo modernista parisino acabó uniéndose a los elementos dieciochescos.

Metro de Paris

Barcelona, una expresión única del modernismo


El modernismo catalán respondió a la necesidad de crear un estilo propio que reflejase la identidad catalana. La expresión de este sentimiento se basó en la recuperación de estilos históricos, lo que unido al Art Nouveau dio como resultado un estilo único en el mundo caracterizado ante todo por un nivel de experimentación artística propio de una gran revolución. Antoni Gaudi i Cornet es el mayor exponente, comenzó combinando neogoticismo y modernismo, evolucionando hacia un estilo propio. En su ingenioso punto de vista, que podemos ver en edificios como la Casa Batló o la Sagrada Familia, buscaba unir ingeniosas soluciones estructurales con llamativos efectos decorativos.

Casa Batlló, fachada.
Barcelona
Antoni Gaudí

Si algo tuvo el modernismo en Barcelona fue la gran aceptación que tuvo llegando no solo al plano arquitectónico, también al decorativo. Fruto de ello hoy quedan muchos comercios que aún mantienen su estética modernista. Entre ellos encontramos la Farmacia Bólos conservando aún su interior con mobiliario y vidriera modernista.






El Modernismo es un estilo ornamental, nuevo desde el Renacimiento, pues se desvincula por completo del pasado. La decoración pierde su carácter de añadido para convertirse en estructura e invadirlo todo con plena libertad. Las fuentes de inspiración son la naturaleza, con sus motivos florales y animales, y el arte del Extremo Oriente, como el japonés, alejado de la tradición occidental. Más importante que el contenido son las formas, que, por su origen natural, resultan blandas y carnosas, con líneas onduladas y gran cromatismo para crear diseños asimétricos y dinámicos. El resultado es un edificio con carácter orgánico, pues parece crecer como si se tratara de una planta para dar lugar a la ciudad paisaje o jardín, que es viva, agradable, alegre y elegante gracias a la decoración. 

La Casa Orgánica de San Gerónimo, Ciudad de México: Juan O´Gorman, 1958.
Aunque esto no pertenece al Art Noveau, vale la pena ver la similitud entre el estilo organicista aplicado por O´Gorman.




Antoni Gaudí i Cornet 


Las obras de Antoni Gaudí, arquitecto (1852-1926), están declaradas Patrimonio de la Humanidad. La mayoría son edificios de estilo modernista que se encuentran en la ciudad de Barcelona o sus alrededores, aunque también proyectó algunos edificios para otras zonas de España.

Inicialmente, se declaró patrimonio de la Humanidad al «Parque Güell, Palacio Güell y Casa Milà en Barcelona» (1984), pero se decidió ampliar en el año 2005 a otras cuatro edificaciones diseñadas por Antoni Gaudí, pasando a llamarse «Obras de Antoni Gaudí». Todas ellas, considera la Unesco, «testifican la excepcional contribución creativa de Gaudí al desarrollo de la arquitectura y tecnología constructiva de finales del siglo XIX y principios del XX» (Wikipedia)


Escultura en el Parque Güell

Fachada principal del Palacio Güell
Casa Milá
Casa Vicens
Fachada de la Natividad y cripta de la Sagrada Familia

Casa Batlló

Cripta de la Colonia Güell

La trayectoria profesional del arquitecto tuvo una evolución sui generis, debido a su constante investigación en el campo de la estructura mecánica de las obras. En sus inicios, Gaudí recibió cierta influencia del arte oriental (India, Persia, Japón), a través del estudio de los teóricos de la arquitectura historicista, Walter Pater, John Ruskin y William Morris. Vemos esta corriente orientalizante en obras como el Capricho de Comillas, el Palacio Güell, los Pabellones Güell o la Casa Vicens. Más tarde, sigue la corriente neogótica de moda en el momento, siguiendo los dictámenes del arquitecto francés Viollet-le-Duc. Se puede percibir en el Colegio de las Teresianas, el Palacio Episcopal de Astorga, la Casa Botines y la Casa Bellesguard, así como en la cripta y el ábside de la Sagrada Familia. Finalmente, desemboca en su etapa más personal, con un estilo naturalista, individual, orgánico, inspirado en la naturaleza, en el que realizará sus obras maestras. (Wikipedia)

Un aspecto a destacar que Gaudí toma del arte islámico es la indefinición espacial, la concepción del espacio sin límites estructurados; espacio que adquiere un sentido secuencial, fragmentado, a través de pequeños tabiques o huecos diáfanos, que crean separación sin suponer barreras compactas que delimiten un espacio uniformemente cerrado.

Pero sin duda el estilo que más le influyó fue el arte gótico, que a finales del siglo xix vivía un gran renacimiento debido sobre todo a la obra teórica y restauradora de Viollet-le-Duc. El arquitecto francés propugnaba estudiar los estilos del pasado y adaptarlos al presente de una forma racional, atendiendo tanto a la razón estructural como a la ornamental.​ Sin embargo, para Gaudí el gótico era «imperfecto», porque pese a la eficacia de algunas de sus soluciones estructurales era un arte que había que «perfeccionar». En sus propias palabras:

El arte gótico es imperfecto, está a medio resolver; es el estilo del compás, de la fórmula de la repetición industrial. Su estabilidad se basa en el apuntalamiento permanente de los contrafuertes: es un cuerpo defectuoso que se aguanta con muletas. (...) Prueba que las obras góticas son de una plástica deficiente es que producen la máxima emoción cuando están mutiladas, cubiertas de hiedra e iluminadas por la luna...








Principio básico de configuración de imagen.
(Arq. Antonio Romero Cárcamo)