martes, 29 de marzo de 2011

COFFEE AND DONUTS

Ernesto Morosini.

Hace algunos años viví en los Estados Unidos de América (algunos creen que hablar de “América” solo se refiere a la parte norte del Continente Americano, cuando todos los que hemos nacido en esta parte del mundo, somos por derecho propio, americanos). Mis días transcurrían en la Gran Manzana, una isla famosa por su parque central y por sus edificios altísimos, llamados “rascacielos” (alguien más creyó que el cielo padece comezón y decidió bautizarlos así). Mi trabajo estaba en uno de esos rascacielos y mi puesto era el de windows cleaner o sea, el limpia ventanas, labor que desempeñaba con orgullo, pericia y gran sentido de responsabilidad, "pues es importante que todos los inquilinos gocen de una visión clara y diáfana a través de las ventanas", (decía por ahí el sabelotodo de my boss que “la percepción ambiental que ofrece una ventana limpia al exterior es un relajante y desestresante natural”). Mientras yo estaba colgado en un columpio a 300 metros de la banqueta, ese grandísimo hijoeputa me supervisaba desde el interior del rascacielos. Yo todo congelado y él muy a gusto comiendo donas y bebiendo café.

Una noche en casa, reflexioné sobre lo aburrido que era limpiar ventanas y decidí presentar mi renuncia: “Dispénseme patrón, pero ya no me gusta hacerla de hombre araña”, y pensando en eso, me quedé dormido.

A la mañana siguiente me dirigí al rascacielos: iba dispuesto a renunciar y no me importaba encolerizar al gordo de mi jefe, así que antes de tomar el subway pasé a comprar coffee and donuts. Mientras me atendían miré las noticias en un televisor y vi como se hacía polvo mi rascacielos. Ni oportunidad tuve de decir adiós, pues un puñado de árabes echó abajo dos edificios, a my boss y el trabajo que había realizado en toda la semana, ¿cómo no los voy a odiar? Yo arriesgando mi vida día con día para que lleguen esos jijos de Alá montados en aviones y jodan mi trabajo, ¡no se vale! Tuve que esperar cinco días en el aeropuerto para volar a la Ciudad de México, y ahora que estoy acá sigo limpiando ventanas, pero de automóviles. Tengo my office bajo un semáforo de la Avenida Universidad, y aunque no pueda decir que sea menos arriesgado torear coches que limpiar ventanas de un rascacielos, por lo menos no tengo boss y me echo mi dona y mi café a la hora que se me pega la gana.

3 comentarios:

Panchalli dijo...

Hola Ernestoo
Me encanto tu post y es bueno volver a saber de ti. Solia ser panchalli en un blog personal ::asteroide::
Deberias publicar con mayor frecuencia. Saludos!!

porcierto ahora colaboro en http://proyectoblogspace.com/ espero una visita por ahi =)

Ramón Moreno dijo...

Felicidades. Buen texto...

Unknown dijo...

Jajaja. Contundente. Viva la libertad. México, país de oportunidades.