sábado, 1 de diciembre de 2012

Algunas consideraciones sobre la Conferencia “Ciudades del Futuro 2012” Urbanismo Sostenible



 Con profundo reconocimiento al interés de Marisol Cruz Valdez.


Ernesto Morosini

El pasado 24 de Noviembre de 2012, en el auditorio del Instituto de Ecología (Inecol) de Jalapa, Ver., se llevó a cabo la conferencia Ciudades del Futuro 2012”Urbanismo Sostenible, organizado por alumnos de la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas de la Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales  de la Universidad Veracruzana. En dicha conferencia se trató sobre la ciudad y sus modos de desarrollo. Para ello, se contó con la presencia de expertos en ecología y urbanismo, con el fin de provocar la reflexión del público sobre el desarrollo urbano contemporáneo en nuestras ciudades.

Al hablar de la ciudad sostenible me viene a la mente la ciudad de Curitiba, en Brasil. Esta urbe del estado del Paraná, se ha ganado el calificativo de ciudad sustentable, además de ser considerada como un modelo a seguir para el resto de las ciudades latinoamericanas. ¿Pero en verdad podemos aspirar a un desarrollo sustentable? Vale la pena recordar su definición: desarrollo sustentable es aquél que es capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones. Esta es la definición de la Comisión Brundlandt, y fue empleada por primera vez en 1987 en la Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU, que fue creada en 1983. En palabras del primer conferencista, Arquitecto y Maestro en Nuevo Urbanismo, Daniel Acosta Ruíz, no podemos aspirar a un desarrollo sustentable, puesto que en la actualidad se han comprometido los recursos y posibilidades de cuatro generaciones futuras.

Los participantes de la conferencia Ciudades del Futuro 2012”Urbanismo Sostenible consideran que una de las fallas más graves en el desarrollo urbano, es que nuestras ciudades han basado su crecimiento y tenido como eje rector, al automóvil. Este tipo de diseños “autocentristas” han ocasionado el grave problema por el cual sufrimos diariamente, mismo que no pueden resolver los pasos a desnivel, que si bien ayudan a descongestionar un poco, no son suficientes, debido a que el parque vial en Jalapa aumenta día con día. Algunos optimistas estiman que cada mes ingresan a las calles de nuestra ciudad alrededor de 300 vehículos nuevos. Los comentarios más desalentadores apuestan a una cifra de aproximadamente 500 automotores. Se dice que el problema de congestionamiento vial es debido a la limitada infraestructura que existe, pero puede afirmarse con toda seguridad, que cualquier obra que pretenda aliviar el tránsito (pavimentación de calles, construcción de estacionamientos verticales, apertura de nuevas vías, etc.) aumenta los incentivos de la gente para ir en auto. Los estudiosos ingleses sobre vialidad llaman a este fenómeno self-defeating. En este sentido, el Maestro Acosta Ruíz expresó que el 70% de la superficie en Los Ángeles, California, está compuesto de avenidas y sin embargo, sus problemas de tránsito no han tenido solución. ¿Será correcto que el urbanismo contemporáneo continúe  bajo una premisa que ya ha probado su fracaso?

Dentro de las premisas del llamado Nuevo Urbanismo se consideran las siguientes:
1.       Vecindarios centrados en el peatón con las instalaciones sociales y económicas primarias dentro de una caminata de cinco minutos.
Peatonalidad
Calles estrechas
Estacionamientos limitados
2.       Orientación comunitaria alrededor de sistemas de tránsito público.
Redes interconectadas
Jerarquía de calles
Redes peatonales con nodos
3.       Usos de suelos mixtos dentro de los vecindarios.
Uso mixto en los vecindarios
Diversidad de cultura
Diversidad de actividades para espacios arquitectónicos
4.       Calidad de la arquitectura
Énfasis en la belleza
Escala humana
Jerarquía de espacio
5.       Incremento de la densidad
Mayor densidad habitacional
Edificios residenciales


Actualmente, el H. Ayuntamiento de la ciudad de Jalapa ha puesto en marcha un programa de rescate urbano para contribuir a mejorar la calidad de vida y la seguridad de la ciudadanía, así como crear vialidades para uso peatonal exclusivamente.
Corredor Cultural Carlos Fuentes
Tomado de la página de Facebook del H. Ayuntamiento de Xalapa


Sin embargo, este tipo de proyectos que solo se llevan en el Centro Histórico de la ciudad no son incluyentes del resto de la urbe. No está de más preguntarnos qué es lo que dichas remodelaciones aportan en beneficio de la ciudad en su conjunto, y también, por qué hay nulidad o ausencia de proyectos productivos para la periferia de Xalapa. El Nuevo Urbanismo y el ordenamiento urbano del territorio deben partir bajo la premisa de revitalizar las zonas menos favorecidas de la ciudad y dotarlas de infraestructura, de equipamiento, y en su medida, detonar su economía, pues considero que las obras realizadas en el centro histórico de Jalapa, sin dejar de ser importantes, no impactan positivamente en el resto de la urbe. El centro histórico opera con o sin ese tipo de rescates urbanos.

La Huella Ecológica

Todos dejamos marcas sobre nuestro planeta. Acosta Ruíz señaló que la huella ecológica es la factura que le pasamos al planeta sobre nuestros hábitos de consumo. Resulta alarmante, pues en las ciudades más ricas del mundo los problemas ambientales no están tan relacionados con la explosión demográfica, sino con la cultura de consumo: un habitante de Nueva York consume aproximadamente tres veces más agua y genera ocho veces más basura que un residente de Bombay. La demanda masiva de energéticos en las ciudades ricas contribuye a la acción del efecto invernadero por las emisiones de gases. En este sentido, los países marginados adquieren tecnología que ya ha sido desechada por los países del primer mundo, y que por muy buenas intenciones que se tengan, resulta imposible para los países pobres asumir los costos que implican la utilización de tecnologías “limpias”.

En el caso del desarrollo urbano por parte del sector inmobiliario, se habló de que la demanda de vivienda ha rebasado por mucho la oferta de predios factibles para el desarrollo de esta, por lo que las empresas desarrolladoras han volteado los ojos hacia la zona conurbada de la capital veracruzana con el municipio de Emiliano Zapata y en el caso de Jalapa, casi se ha agotado el suelo para desarrollos habitacionales, ocupando superficies agrícolas. En este tenor, la nueva creación de equipamiento urbano, áreas verdes e infraestructura que significa construir para el adecuado funcionamiento de los nuevos conjuntos habitacionales resultan altamente costosos para la ciudad, pues son desarrollos que no satisfacen las necesidades de transporte, trabajo, educación, comercio, etc., para los quienes decidan vivir en uno de ellos. Valdría la pena que las autoridades analizaran la capacidad con la que cuenta el municipio para soportar la carga que implicaría la creación de nuevos fraccionamientos habitacionales dentro del territorio municipal. En primer lugar, por el aumento en la densidad de población, así como la demanda de servicios municipales básicos: agua, drenaje, alcantarillado, electrificación, recolección de basura, etc., sumando a ello, el incremento en el tránsito vehicular, ya de por sí conflictivo en nuestra ciudad. Es un hecho que la necesidad de vivienda y equipamiento urbano son necesarios, pero, ¿lo son a costa de la destrucción de áreas verdes con alta relevancia biológica?

Como se ha venido señalando, la edificación de vivienda nueva es un factor determinante en el desarrollo urbano, pues aquellos sitios donde se crean nuevos asentamientos humanos donde no existían antes, requerirán de complementos urbanos que garanticen una calidad de vida satisfactoria a sus moradores. La planeación del desarrollo urbano es el eje rector por el cual se deben guiar los encargados del crecimiento de la ciudad y exigir a las empresas desarrolladoras, mediante los instrumentos legales correspondientes, la plena responsabilidad cuando se trate de edificación de espacios para vivienda. Los fraccionamientos y unidades habitacionales de nueva creación deben ser planeados como elementos que contribuyan al buen funcionamiento de la ciudad y no simplemente como “ciudades dormitorio” que no cuentan con equipamiento urbano adecuado ni la infraestructura necesaria. Sucede que muchos de estos fraccionamientos están subordinados a un núcleo urbano, donde su población lleva a cabo cuestiones de trabajo, de educación, de recreación y demandan una serie de servicios. El problema de la existencia de este tipo de desarrollos es que cuando llegan a ser demasiados, pueden causar infinidad de trastornos en el centro urbano del cual dependen.

En los últimos quince años hemos sido testigos de cómo el mercado inmobiliario ha ido creciendo y ocupando espacios de la zona conurbada de Jalapa, creando nuevos fraccionamientos y unidades habitacionales, en los cuales el equipamiento urbano es escaso o nulo, y además, la red vial que utilizamos, no proporciona el soporte adecuado para nuestro excesivo parque vehicular, mismo que cada vez aumenta sin que nadie pueda hacer nada al respecto, por lo que los estudiosos del urbanismo coinciden en el aumento de la densidad poblacional en áreas donde la misma infraestructura lo permita, a través de la edificación de vivienda vertical.

Sin lugar a dudas, Jalapa, Ver., desempeña actividades que resultan atractivas a los habitantes de localidades rurales, suscitando con ello el arribo de personas en busca de oportunidades de empleo, salud, educación, etc. Este crecimiento social más el crecimiento natural en la capital del estado, ha dado como consecuencia la dinámica demográfica actual. Aunque dicha dinámica en Jalapa se ha desacelerado, la población sigue aumentando de manera significativa en números absolutos. Según el Instituto Nacional de Geografía e Informática, en el año de 1990 contaba con 288,454 habitantes; para el año 2000 ya sumaba una población de 390,590 habitantes (la población aumentó 102,136 habitantes en la década de 1990 a 2000, ver tabla).  En el año 2005 se censaron 413,136 habitantes y en el año 2010 se registraron 457 mil 928 habitantes.

La gran mayoría de los migrantes que ven a Jalapa como una opción viable en materia económica, no logran ver realizadas sus pretensiones después de un tiempo de haber arribado, pero tampoco desean volver a sus lugares de origen. Aquellas personas que logran establecerse en la capital muchas veces se asientan en suelos no aptos para el desarrollo urbano, pues tristemente aquel grupo de población no elige dónde vivir, sino que se decide por aquellos lugares más fáciles de conseguir. Una de las posibles razones es porque no existe oferta de suelo urbanizado en otros sitios aptos para asentamientos humanos, o bien, si la hay, no está al alcance de población de escasos recursos, luego entonces, se crean asentamientos irregulares en zonas alto riesgo. El Estado tolera la permanencia en esos sitios para asegurar estabilidad social, aunque lo deseable sería que existiera suelo apto para urbanizar y que la población que así lo demande, adquiriera su propiedad a bajo costo.

Hoy en día se cuenta con reglamentación en materia urbana que facilita la correcta planeación del territorio. Así mismo, se han elaborado planes para el mejor aprovechamiento del suelo con el propósito de hacer de los asentamientos humanos lugares de orden y de concierto. Desafortunadamente la realidad que impera en nuestras ciudades es otra. El destacado urbanista Javier Septién[i] comenta que existen dos políticas de planificación; las que se exponen de manera explícita y las que no se explican ni se mencionan pero que operan. Esto provoca un doble lenguaje que no hace más que dañar aún más la imagen y funcionalidad de la ciudad (así como la imagen y funcionalidad del Estado). Septién agrega que otra parte significativa es la diferencia o ajuste que existe entre lo que ordena el gobierno en el plan de desarrollo (municipal, estatal o nacional) y la respuesta que recibe de la comunidad para cumplirlo.

Cada tres años una nueva administración municipal llega a proponer lo que esta cree que es adecuado en su momento, pero al finalizar su periodo de gobierno, la siguiente administración no consigue o no desea dar continuidad al plan de desarrollo de su antecesor, pues el afán protagónico de algunos munícipes es dejar su impronta “huella imperecedera”.

Es una realidad que las urbes crecen y se desarrollan con o sin planes directores, pero qué mejor para nuestras ciudades cuando la planeación proporciona los elementos adecuados para su óptimo crecimiento, pues a fin de cuentas, los beneficiados o perjudicados somos sus habitantes.





[i] Artículo de Javier Septién, Cuadernos de Urbanismo 5, UNAM 1996. Pág. 24

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