martes, 10 de junio de 2025

La mano que piensa

 

La mano que piensa

Sabiduría existencial y corporal en la arquitectura

Un libro de Juhani Pallasmaa

186 páginas

Editorial Gustavo Gili




Hay libros que uno no lee con los ojos, sino con las yemas de los dedos. «La mano que piensa», del arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa, es uno de esos libros que uno acaricia más que subraya. En sus páginas no hay planos ni renders espectaculares, ni el típico desfile de edificios famosísimos con leyendas autocelebratorias. No. Aquí el asunto va más hondo: se trata de pensar con el cuerpo, de recordar que el conocimiento no se reduce al teclado, ni a la punta del lápiz, ni al ruidito seco del mouse sobre la mesa. Que el pensamiento se forma también en el gesto, en la presión del grafito, en el temblor del trazo, en la mirada que se detiene… y que el dibujo es una forma de pensar que no necesita palabras, «porque solo el saber corporal divorciado de la atención consciente parece ser útil en el trabajo creativo», indica Pallasmaa. 

Pallasmaa escribe sobre la arquitectura, sí, pero en realidad habla de la vida sensorial: del peso de las cosas, de la rugosidad del mundo y del olvido contemporáneo del cuerpo. “La mano que piensa” no es una metáfora, sino una invitación para reflexionar sobre el profundo sentido del proceso creativo y al mismo tiempo, nos hace recordar que la inteligencia no solo se encuentra en el cerebro. Que la arquitectura, la real, no es un espectáculo visual, sino una experiencia encarnada. Que el conocimiento técnico sin tacto humano es puro adorno, «la arquitectura es también un producto de la mano que sabe», señala el autor.

Confieso que al leerlo, me vi a mí mismo -a nosotros mismos- como víctimas de una época que prefiere el render al boceto, la velocidad de un procesador al contacto del lápiz en el papel, el diseño al silencio. Pero también me vi como posibilidad: como alguien que aún puede recuperar esa conciencia táctil, ese tiempo lento del pensamiento manual, ese diálogo íntimo entre mano y materia.

Es un libro que me reconcilia con lo que amo de la arquitectura y con lo que amo del dibujo. Lo recomiendo para quienes alguna vez han sentido que su mejor idea nació en el margen de una hoja, mientras la mano garabateaba con tinta, sin permiso del cerebro.

1 comentario:

Andrés Allende dijo...

Amigo mío... Te agradezco primero compartir conmigo este bello libro y segundo tu comentario sobre él... Lo he leído con mucho interés pues el tema que toca es un tabú entre los arquitectos y sobre todo en el medio docente. Al leerlo he recuperado mi fe en la arquitectura que considera al ser humano así, humano, con sentimientos, alma y espíritu... La Arquitectura es una experiencia total que abarca todos nuestros sentidos incluso va más allá nos hace vivir de una forma determinada, con sueños e ilusiones o solo encerrados en un cajón como ratas...