La vida secreta de los edificios
Un libro de Edward Hollis.
Editorial Siruela, 2012.
396 páginas.
Hace algunos meses llegó a mis manos un libro fascinante: La vida secreta de los edificios, de Edward Hollis. En mis clases de la universidad, hemos abordado el concepto de «morfogénesis», ese término que la biología emplea para describir el proceso mediante el cual un organismo desarrolla su forma. En algún momento, algún arquitecto curioso -y seguramente con alma de biólogo frustrado- lo trasladó al ámbito del espacio construido. Desde entonces, la morfogénesis se entiende también como el proceso de generación, transformación y adaptación formal del entorno arquitectónico y urbano.
Pero, a diferencia del mundo natural, donde el crecimiento puede ser vertiginoso, en arquitectura estos cambios suelen darse con una lentitud casi geológica. Son procesos que rara vez se perciben a simple vista, y cuya comprensión exige perspectiva. Una línea del tiempo, por ejemplo, nos permite rastrear las mutaciones de una obra: sus formas, sus funciones, sus apropiaciones. Es ahí donde el libro de Hollis se vuelve una herramienta reveladora.
Con una pluma precisa y una narrativa envolvente, Hollis nos cuenta la historia de trece edificaciones -algunas célebres, otras no tanto- revelando sus secretos con la delicadeza de un restaurador y la agudeza de un detective. Es como si hubiera espiado a cada edificio durante años y luego, sin pena alguna, hubiera decidido ventilar sus intimidades al mundo.
Arquitecto y restaurador de edificios históricos, Hollis nos lleva de la mano por el Partenón de Atenas y los muchos usos que ha tenido a lo largo de los siglos: templo, iglesia, mezquita, polvorín, ruina... y probablemente, en un futuro no tan lejano, talco envasado, como souvenir en miniatura. Recorremos también la Alhambra de Granada, espacios de culto, el muro de Berlín y su némesis sagrado: el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén.
El libro es, además de profundo, francamente entretenido. Leerlo es como mirar por la ventana a esos vecinos excéntricos que todos tenemos y que nunca cierran las cortinas. Hollis no deja cabos sueltos ni páginas de relleno: todo tiene sentido, todo tiene historia.
Después de leerlo, me queda una idea dando vueltas: la arquitectura, como las personas, cambia con el tiempo. Algunas edificaciones envejecen con dignidad, ganan carácter, maduran. Otras... digamos que no sobreviven del todo bien a las actualizaciones de software.
Y tú, estimado lector, si pudieras ser un edificio, ¿cuál serías?
Déjame conocer tu elección, ahí en la cajita de los comentarios.
2 comentarios:
¡Ay, qué ganas de leerlo!
Yo que fui maestra albañil en mi otra vida, sin duda me llama la atención.
Me chifla siempre entrar a esas casas en ruinas y ver poco a poco su remodelación.
Y si le añades el chismecito histórico, ¡pues de ahí soy!
💃🏻💃🏻💃🏻
Me parece que todas las edificaciones antiguas despiertan en uno la curiosidad de saber quién las habitó y todo lo que hacían en ellas. Me recuerda una película -solo vi los avances- pero trataba de unos ángeles que bajaban a las casas y al abrazar los muros, estos les susurraban con imágenes todo lo que había ocurrido en el pasado pero ellos no podían intervenir en los hechos, solo mirarlos. ¿Cómo se desbloquea esa habilidad? Estaría bueno. Ese libro, está muy bonito. Ojalá algún día puedas leerlo. Saludos.
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