Ernesto Morosini.
Mucho nos quejamos los jalapeños por el agobiante tránsito de
nuestra ciudad, de todos los tiempos muertos que pasamos en el transporte
público o en nuestro automóvil esperando llegar a tiempo a nuestras actividades
cotidianas.
Esta ciudad como bien sabemos, cuenta con características físicas
que complican el tránsito fluido de automotores, debido a la topografía, la
traza urbana, y sobre todo, la alta densidad de vehículos, públicos y
particulares. En el año 2005 se registró que la densidad vehicular ascendía a
1,192 vehículos por kilómetro cuadrado mientras que en el Distrito Federal era
de 1,064 vehículos por kilómetro cuadrado. El contraste radica en la superficie
de rodamiento de cada ciudad.
El grave problema por el cual sufrimos diariamente no lo
pueden resolver los pasos a desnivel, que si bien ayudan a descongestionar un
poco, al mediano plazo serán insuficientes, ya que el inventario del parque
vial en Jalapa aumenta día con día. Algunos optimistas estiman que cada mes
ingresan a las calles de nuestra ciudad alrededor de 300 vehículos nuevos. Los comentarios
más desalentadores apuestan a una cifra de aproximadamente 500 automotores. Se
dice que el problema de congestionamiento vial es debido a la limitada infraestructura
que existe, pero puede afirmarse con toda seguridad, que cualquier obra que
pretenda aliviar el tránsito (pavimentación de calles, construcción de estacionamientos
verticales, apertura de nuevas vías, etc.) aumenta los incentivos de la gente para
ir en auto. Los estudiosos ingleses sobre vialidad llaman a este fenómeno self-defeating.
Pareciera que el problema del tránsito en Jalapa no tiene
solución. Las autoridades de tránsito municipal batallan constantemente para
tratar de descongestionar las vías de la capital y hacer que estas sean lo
menos sufribles, esfuerzo loable que debemos reconocer; pero dadas las
circunstancias, resulta obvio que existan trastornos en la circulación interna.
Estos conflictos afectan en gran manera la seguridad de todos los usuarios.
En otros aspectos, es bien sabido que el transporte público
que opera en Jalapa deja mucho que desear, pues además de ser obsoleto, es
contaminante. Los operadores de las unidades sufren cada vez que ingresan al
centro de la ciudad temiendo provocar algún accidente debido a las dimensiones
del vehículo y el estrecho margen de maniobra con el que cuentan. Por otro
lado, los concesionarios de este modo de transporte aumentan el costo del
pasaje, y las promesas de sustituir las unidades viejas por nuevas quedan en el
aire. Aunado a esto, se debería replantear la ubicación de las paradas de
autobuses. Los expertos opinan que el espaciamiento entre estas debe ser
regular y en el orden de 200 a 400 metros entre cada una, por línea de autobús.
También sugieren alternar las paradas de autobús de acuerdo a su ruta en
diferentes esquinas, a fin de evitar el entorpecimiento del flujo vial.
Es conveniente que las autoridades municipales valoren la
posibilidad de convocar a los expertos en vialidad para elaborar un estudio
serio sobre la movilidad urbana, oferta y demanda de transporte, estudios de
origen y destino, etc., para establecer un diagnóstico preciso que ofrezca
opciones de solución al problema vial de la ciudad a fin de reducir la congestión
vehicular y sus consecuencias contaminantes, pero aún sería mejor, lograr la
coordinación de los modos de transporte a fin de armonizar con los planes de
desarrollo urbano y ecológico. De igual manera, sería conveniente incentivar el
uso del transporte público y desalentar el privado, pues de acuerdo a estudios
previos, se ha demostrado que el congestionamiento vial y la mayor
contaminación son provocados por los vehículos particulares.
En mi opinión, Jalapa sigue los mismos pasos de las grandes
urbes, y que si no aprovechamos las experiencias que nos han brindado las
ciudades de los países desarrollados, nos veremos asfixiados por una ciudad
repleta de automóviles, tránsito congestionado y contaminación.
*Publicado en Punto y Aparte, Septiembre 2007.
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