Ernesto
Morosini *
Cuando
apenas yo era un niño, los adultos comentaban en repetidas ocasiones que nosotros
significábamos el futuro de México y que por lo tanto debíamos de estudiar y de
prepararnos para ser buenos ciudadanos, ya que estaba en nuestras manos cuidar esta
maravillosa tierra para que en un futuro pudiésemos continuar disfrutando de sus
bondades. Algunos adultos -que tiempo atrás también fueron niños- se
desentendieron de aquellas palabras, y con su mal ejemplo, mostraron la gran
facilidad con que se podía destruir nuestro hábitat, ya fuera arrojando basura
por la ventanilla del coche, contaminando las playas, los ríos, quemando basura
o fumando cigarrillos cuyo humo ensuciaba el aire. Aquel escenario se repetía
cotidianamente y muchos niños al crecer se volvieron parte del mismo contexto imitando los malos hábitos practicados por esos adultos.
Por otra parte, las nuevas tecnologías también han contribuido al abandono de los
juegos al aire libre y el contacto con la naturaleza. Los niños de hoy se
encierran en sus casas a disfrutar del televisor, de sus juegos de vídeo y del
internet. Esto no quiere decir que sea malo, pues el infante tiene acceso a nuevas
formas de expresión lúdica, mismas que hay que tolerar, pues poseen un gran poder
educativo y depende del uso que se les confiera. En cuanto al espacio público, nuestros
gobernantes se han preocupado mayormente en dotar de más y mejores vialidades
para la circulación de automóviles que espacios recreativos para niños. Las
áreas verdes y las zonas de juego no representan competencia ante las
superficies pavimentadas que día a día manifiestan su hegemonía en la mayoría
de las ciudades contemporáneas.
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Niños jugando en la calle ** |
Los
niños pertenecen a un sector poblacional importante,[3]
al que desafortunadamente no se le ha prestado la atención debida cuando se
planean los espacios urbanos. Esto ha traído como consecuencia que crezcan en
un sistema que induce a la reclusión entre los muros de sus casas, de sus
escuelas y que es representativo de un ambiente inseguro que les impide salir
sin la supervisión de un adulto.
Los
niños siguen siendo el futuro de México, lo que habría que meditar es qué clase
de futuro les estamos heredando y si eso es lo que deseamos para nuestros
hijos.
* Este artículo fue escrito en el año de 2008 y publicado en el semanario Punto y Aparte de Jalapa, Ver., en el marco de la celebración del Día del Niño. Es una pena que a pesar del tiempo transcurrido, las cosas en materia de urbanismo sigan completamente igual y con tendencia a empeorar.
** Imagen tomada de http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=10031
[1] C. Capitanachi & S. Amante (1994); Las
Áreas Verdes Urbanas de Xalapa / Universidad Veracruzana y Gobierno del
Estado de Veracruz; Xalapa, Veracruz, México; páginas 7 y 8.
[2]
Ibíd.
[3]
En el año de 2005 Xalapa concentraba 107,890 mil niños (27.62%) en los rangos
de cero a catorce años, cuando el total de habitantes en ese tiempo lo
componían 413,136 personas. Fuente: INEGI. XII Conteo de Población y Vivienda
2005, Veracruz.
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