Ernesto Morosini
“Hace rato, cuando hablamos de cuál
ciudad me parecía más interesante, yo pensaba en Santiago. Esto es como con las
mujeres; hay otras más bonitas, sofisticadas y elegantes, pero la propia es la
que más te interesa e importa.” [1]
Arq. Jorge Iglesias
Desde tiempos
inmemoriales el ser humano ha sabido distinguir lo bello de lo feo. A veces los
parámetros de belleza entre culturas diferentes o bien, entre la misma cultura
pero en épocas distintas, no suelen ser iguales. Cada individuo confiere un
juicio de valor –generalmente desigual- para cada cosa, por lo cual no siempre
todos estamos de acuerdo en cuanto a hermosura se refiere. Lo mismo sucede en
los concursos de belleza: cada juez se basa en su criterio personal y en la aplicación
de ciertas pruebas para determinar cual de las concursantes es la más hermosa. Algunas
veces me he preguntado cómo se podría medir la belleza en cierto grupo de
ciudades así como en un concurso de “miss universo” a fin de determinar cuál es
la urbe más bella y la mejor. Desafortunadamente sería un tanto complicado
encontrar jueces calificados, ya que estos tendrían que haber radicado por un
tiempo considerable en cada ciudad participante y haberlas conocido de palmo a
palmo.
Dice el Arq.
Jorge Iglesias que una buena ciudad es aquella que hace feliz a sus
ciudadanos, frase totalmente cierta. No existe fórmula infalible para
desarrollar una buena ciudad, o al menos no hay una que resulte efectiva. La
ciudad la hacemos todos quienes la habitamos y de nosotros depende que ésta nos
colme de satisfacción y de orgullo, pero ¿cómo podemos amar y respetar una
ciudad que está llena de basura, con vialidades congestionadas, con aire
malsano y gente individualista que solo busca su propio beneficio sin importarle
el bien común? Los males que aquejan a la ciudad contemporánea han dado como
consecuencia la pérdida de los principios ciudadanos, tales como el respeto, la
cooperación y la pertenencia. Estos factores provocan que los habitantes de la
ciudad se enfrenten a un espacio desconocido e indiferente. En este sentido, la
educación cívica debe fomentarse y debe estar orientada a incentivar la
apropiación y valoración del espacio común. Es preciso que se formalicen los
canales adecuados de comunicación entre ciudadanos y autoridades para que la
toma de decisiones que pretendan transformar en el entorno sean siempre para el
beneficio de la ciudad y de sus ciudadanos, ya que el espacio es de todos.
Dentro de mi
particular perspectiva, las ciudades han abandonado desde hace tiempo toda su belleza
en su obsesión por el dinero, en su sumisión al automóvil y a la televisión, en
su "paranoia socialmente acumulada" y en su alocado abandono del centro
(el centro físico histórico). Sin ánimos de simular pesimismo, las ciudades
contemporáneas se dirigen al caos, a la inseguridad y a la ausencia de respeto
por el entorno, pues cada vez aumentan los metros cuadrados de concreto y
disminuyen las áreas verdes. Las pocas zonas de verdor que existen parecieran
reliquias “intocables” de un museo.
Sergio Kon
propone en su libro A (des)construção do caos [2] "diez
mandamientos para una ciudad debilitada" dedicados a São Paulo, bien
pueden enfocarse a nuestra ciudad de Jalapa, Ver.:
1. Serás un
ciudadano solidario; darás valor a los intereses colectivos; serás sensible a
las necesidades de tus semejantes.
2. No
descuidarás tu ambiente. Cuidarás de mantenerlo siempre limpio y seguro; nunca
lo contaminarás ni dejarás que lo degraden.
3. No
vilipendiarás el espacio público.
4. Obedecerás
las leyes, exigirás reformas, permanecerás crítico y activo.
5. Respetarás a
tu prójimo y a tu distante. No harás nada que te incomodaría a ti mismo como
ciudadano.
6. Exigirás tu
lugar en tu ciudad. Aceptarás que el espacio público también es tuyo.
7. Lucharás por
la recuperación del paisaje natural de tu ciudad.
8. Respetarás el
ambiente público como público. Exigirás de las autoridades el cumplimiento de
sus deberes de fiscalización, mantenimiento y mejoramiento de tu ciudad.
9. Circularás a
pie por el barrio donde vives y trabajas. Frecuentarás sus bares, sus
comercios, sus cines, teatros, museos y galerías. Privilegiarás la calle como
lugar de paseo y convivencia.
10. Nunca
desistirás de tu ciudad.
Tal vez no
podamos elegir la ciudad más bella para vivir, pero con voluntad y trabajo
colectivo podremos hacer de Jalapa la mejor para la convivencia y la más
hermosa de todas.
[1] Fragmento de la entrevista al arquitecto chileno Jorge
Iglesias en http://entuciudad.cl/2006/01/17/una-buena-ciudad-hace-feliz-a-sus-ciudadanos/
[2]
Ensayo de Sergio Kon titulado "O caos se(m) cura” en el libro A
(des) construção do caos. Kon, Sergio; Duarte, Fábio. Coordinadores.
Debates de Urbanismo, Editorial Perspectiva.
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